Cuatro

Fundido en negro



Allí estaba ella, diminuta, asustada, cohibida y silenciosa, no más de 6 años. Allí estaba sentada en las frías escaleras frente a la puerta de su vivienda, de su jodienda, la numero 4. Como todas las tardes ya incontables, vestida con su uniforme escolar, aguantando la tensión de una espera eterna, lúgubre agonía, imperecedera.

Acondicionando sus pupilas a cada toque de luz, siguiendo el ritmo constante de aquel temporizador que controlaba el tiempo de alumbrado de sus tristes y expresivos ojos, fijos en aquel número de latón dorado, con su tic tac insistente.

Tic tac... se enciende la luz, abre sus ojos...cuatro...

Acobardada con el sonido del ascensor, las pisadas de escaleras, oyendo su propia agitada respiración, sus acelerados latidos en cada sobresalto. Mochila en ristre, como un buen soldado a expensas de ser descubierto,  sigilosa, subiendo y bajando escaleras, afinando el oído para descubrir en que piso hará su parada el montacargas donde el diablo en persona, desciende a los infiernos a echar paladas de carbón y avivar los fuegos fatuos de aquel bloque de viviendas. Esas zarpas rudimentarias y hediondas, dedos gordos que ascienden en escalada por sus piernas infantiles, en busca de la cima del placer carnal y banal tan satisfactorio para aquel ser repulsivo. Las mismas que dirigen sus manos diminutas a la entrepierna de aquel demonio...

Ya pasó el peligro.  Consiguió burlar a Lucifer. Al menos por esta tarde, se siente victoriosa y exultante. El refranero popular no siempre tiene razón, el diablo no es tan sabio por ser tan viejo. Ya puede volver a sentarse frente a su entrada, esperando el momento definitivo en que el elevador se abra y por fin, una mano conocida inserte la llave en la cerradura y abra aquella puerta de madera color avellana,  el número 4 en dorado, sobre la mirilla que la observa en plano fijo cada tarde.

La espera se dilata. Quiere traspasar el umbral de aquella puerta, quiere sentirse a salvo, sin peligros aunque es consciente aún siendo tan niña, que tras ella, no reina precisamente la paz ni la esperanza. Otros demonios la esperan si, tan familiares y cercanos como solo los lazos de sangre permiten serlo. Los gritos constantes de la figura paterna, los silencios abúlicos de una madre presente en cuerpo y ausente en alma...

Tic tac...cuatro...se apaga la luz, cierra sus ojos... fundido en negro.


Comentarios

  1. Reflejas sentimientos muy profundos que todos hemos sentido alguna vez. Lo has intensificado tanto que me he retrotraído a mi infancia. Qué lejos queda! Una sensación espantosa y angustioso que durante tiempo ha convivido conmigo y me ha condicionado. A muchos les presenté batalla y gané, otros siguen ahí...Excelente.

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  2. Gracias +Marybel Galaaz. Esos fantasmas conviven y condicionan de por vida aunque les presentes batalla e incluso en algún momento, te sientas victorioso. Cuantas cosas en común...mi prima hermana.
    Un besazo de los grandes.

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  3. Sobrecoge el sentir, el percibir la zozobra en que vive esa niña cada vez que se repite ese momento tan desagradable. Un saludo

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    1. Gracias +Lumy Quint por pasar por aquí y dejar tu huella.
      Un saludo.

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  4. ¿Cuántas historias así por el mundo? ¿Cuántas pobres criaturas hijas e hijos de la orfandad y la indolencia viven y sobreviven a repugnantes situaciones?

    No es un tema fácil de abordar que me parece has conseguido retratar muy bien desde tus líneas.

    Saludos Mabel.

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    1. Somos muchos los que intentamos sobrevivir con mayor o menor acierto.
      Gracias +Gonzalo Reyes.

      Un saludo.

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  5. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  6. Los gritos constantes de la figura paterna, los silencios abúlicos de una madre presente en cuerpo y ausente en alma...

    Tus palabras reflejan el dolor de la niña, la llevas dentro, sus miedos están a flor de piel, en los ruidos, en la imaginación... burló una vez... ¿cuántas no? Tristes realidades... muy bien plasmada. Saludos

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    1. La llevo dentro de mi, imposible olvidarla...aquello fue el principio de un bagaje decadente que me llevó a tomar conciencia de mi propio yo, cuando al fin me sentí preparada para acometerlo y aprendí a perdonarme a mi misma.
      Gracias +Silvana Pressaco. Un saludo.

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  7. Mabel, es la primera vez que leo algo tuyo, vos siempre me dejás comentarios en mis fotos que publico en Ultraversal.
    Tu relato es muy tangible, pero al mismo tiempo está contado casi sin mencionar nada directamente, con un crescendo en la tensión muy bien logrado.
    Me tomo el atrevimiento de hacerte notar un excesivo uso del gerundio, sobre todo en la primera mitad, algo fácil de solucionar.
    La frease final, me encantó.
    Muchos saludos.

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    1. Gracias +Mirella S. Recibo con agrado tu atrevimiento, lo tendré en cuenta.
      Un besazo.

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