Pinball Life

Mi destino era rodar y rodar...



Ya lo cantaba Jorge Negrete en aquella popular canción, creo que titulada "El Rey". En ella, era una piedra la que nos demostraba que nuestro destino era rodar y rodar, rodar y rodar... pero... ¡ay amigo! los tiempos cambian y el pinball impone sus enseñanzas.

Nada se asemeja más a nuestra vida que una partida de pinball. Cuentas inicialmente con tres bolas, las tres fases de nuestra existencia. Y en las tres, sales al mundo despedido con el ímpetu del impulso de un resorte, dispuesto a comerte el mundo, a ganar puntos, a hacer bolas y partidas extras, buscando siempre la puntuación más alta en el rodar imparable que nos impone la supervivencia.

No todo son facilidades, enseguida te tropiezas con los golpes certeros de los maquiavélicos bumpers que de tanto bote y rebote te dejan tan aturdido que tu mente ya empieza a bloquearse para tomar decisiones certeras y rápidas, la bola como la vida, no se paran ni un instante, y ahí sigues rodando y rodando, intentando no caer... otro maldito bumpers vuelve a propinarte otros toques que si bien te dan puntos para sumar experiencia, te dejan noqueado para tomar resoluciones coherentes... ¡cuidado!, ¡cuidado!... has caído en el agujero negro, las luces se funden igual que tu cerebro, un bache del que debes reponerte. Sabes que te juegas mucho, una vez sales o bien te vas derecho al fin de partida o vuelves con todo tu vigor a intentarlo de nuevo, subiendo la rampa que oxigena y te da nueva fuente de energía.






Comentarios

  1. Muy buena analogía. Efectivamente la vida es cómo un juego; un juego en el que participamos a lo largo de toda nuestra existencia...la cuestión es, ¿sabemos jugarla?
    Un abrazo Mabel

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  2. El caso es jugarla... o como diría Ethelbert Talbot: "Lo importante no es vencer, sino participar".

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