Superhombres


El embeleso hipnótico de sus mujeres.

Ronda los cincuenta. Imagen poco cuidada, pérdida y aumento inesperado de peso. Miedos infundados, escasa autoestima, nula actividad social y cerebral. La lista de la compra, la organización de los menús semanales y las ocupaciones del hogar son exigencias excesivas, cualquier actividad extra es sinónimo de cortocircuito neuronal.

No tiene hijos. Ser la mujer de un semidios implica un derroche de atención y admiración sobre su figura divina que imposibilita otros intereses. Hay algunos con progenie pero sus mujeres también están hechas de otra pasta. Más activas, más valientes. Bueno, omitamos lo de valientes y dejémoslo en más activas. Ella no es ni lo uno ni lo otro.

Al igual que su madre, su mayor logro en la vida, casarse con un superman. Su superman. Un portento de hombre con una ocupación social importante, dotado de superpoderes: Inteligencia viva y despierta, enfocada en saber de todo sin profundizar en nada. Super visión extrasensorial para analizar la vida de los demás y dictaminar sin error quien es un villano de un ser ejemplar.


Superfuerza para embestir con rabia toda crítica u ofensa. Mala combinación la fría irracionalidad con la incapacidad de empatía. Su ataque fulgurante sobre el amor propio, integridad, confianza y autoestima de su adversario lo hacen vencedor indiscutible.

 
 
Su voz gélida, insulsa y monocorde, sin tonalidad afectiva. Siempre negando lo dicho para eludir los reproches. Insinuaciones y silencios capaces de convencer al mundo de ser los otros, los agresores.

Super orgullo, super engreimiento capaces de otorgarle derechos y privilegios sobre los simples mortales.

Una ausencia total de compromiso en las relaciones. Lo normal, en una personalidad de sus dimensiones, demasiado ocupada en salvar su universo.

Ella siempre está ahí. Ajena al mundo externo, indulgente, complaciente, comprensiva, tan dependiente emocionalmente, a la búsqueda incansable de reconocimiento de esa figura de mallas prietas y calzón superpuesto... Ese hijo de...KRIPTON.


















Comentarios

  1. Fuera meigas y bruxas!!! Jajaja espero que jamás me falte el juicio y no sucumba a esos encantos varoniles...
    Un fuerte abrazo

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    Respuestas
    1. A algunas les pierden los uniformes, a otras las mallas...jajajaja
      Brindemos por no perderlo, me refiero al juicio. En mi caso, el escaso que me queda.
      Un besazo

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  2. Muy bueno! Mabel describiste perfectamente-y tal vez sin saberlo-el perfil de un vampiro emocional. No se si habrás escuchado hablar de ellos(en este caso el hombre), pero diríamos que no es necesario porque lo has desarrollado con mucha creatividad y justeza.

    Tu manera de desarrollar los roles de los dos y de escribir tan sutilmente eso que seguramente te debe sacar de quicio, es un arte brillante.

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