La luz de tu mirada
La luz de tu mirada ilumina mi vigilia y desvela mis malos sueños.
Si he de elegir, elijo tus ojos: inocentes, candorosos... me aferro a ellos cuando las fuerzas me faltan y amenaza la espesa negrura con teñir el color de mi vida. Llenos de lágrimas, me miran fijamente en un ruego angustioso que devora y cala mis entrañas. No comprendes esta guerra sin cuartel que terminó por devastar los cimientos de aquello que tu consideras familia. Mientras los abogados de una y otra parte se entregan a la ardua tarea de discernir entre el bien y el mal, evalúas con quebranto la situación y optas por aportar soluciones al momento presente. Frenéticamente saqueas tu hucha y me entregas el botín.
- ¿Con esto dará para salvar la casa?
- No te preocupes, mamá, todo va a salir bien. Todavía me quedan dientes para el Ratoncito Pérez, algunas son muelas y éstas se cotizan más. No dejes que mis tíos te traten así.
Un amigo sabio escribió un día: "uno recupera el miedo a morir cuando encuentra cosas por las que vivir y paradójicamente, aquellas cosas por las que vivir, son las mismas por las que moriría gustoso".
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ResponderEliminarNo puedo oírlo desde aquí pero supongo que es el audio de Lucía.
EliminarGracias, Javier.
Qué bello Mabel. Y qué ojos tan luminosos.
ResponderEliminarAbrazote a las dos.
Gracias, compadre.
EliminarAbrazote enorme de nuestra parte.
Que esos ojos sean el faro que te ilumine para seguir en los trances dolorosos y te alumbren en las noches oscuras.
ResponderEliminarUn texto precioso, Mabel, que recién leo, porque no me llegó la notificación ni lovi en Ultra.
Todo mi afecto y apoyo desde el otro lado del chaco para la contienda en la que estás embarcada.
Un abrazo apretadito, guapa.