Ipse dixit




Es osada la arrogancia travestida de humildad. Imperceptible a ojos del inocente acostumbrado al embeleso de aquel que sabe una palabrita más. 

Unos nacen para callar, otros para otorgar y una inmensa mayoría para callar y otorgar. Sólo unos pocos hablan. Hablan de más y también de menos porque, a veces, el menos es más en el auditorio de la autoafirmación. 


Siempre encuentran un frenético rebaño ebrio, embebido en la palabra de dios, te alabamos señor. Balando al unísono el ipse dixit, la orfandad del criterio propio.


Nadie percibe la mirada sesga y el rostro torvo, oculto tras la piel de cordero.


Comentarios

  1. Hasta la Canción es buena, Mabel. Qué harían los corderos sin los lobos.

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    1. Balar perdidos o balar pegados como cantaba el Sergio Dalma.
      Abrazo, Tin.

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