El crítico anal-ista



Huyo como de la peste de todo aquel que únicamente critica y no conversa. El crítico anal-ista, altanero y ególatra, solo sabe enfatizar su pobre predisposición de ensalzamiento del ego, el suyo, por supuesto. Los juicios de valor emitidos por estos personajes, no son más que prejuicios de sus mentes estrechas, apreciaciones personales de la realidad tal y como ellos la reconocen. No hay cabida para más, su visión del mundo es la correcta. No hay flexibilidad. La rigidez de pensamiento y la artimaña para convencerse a uno mismo y a los demás es lo que impera. 

Gozan con el ensañamiento, se recrean en el arte del despelleje, si es público, mejor. Hoy en día las redes sociales facilitan la labor y son el medio perfecto para dar rienda suelta a la toxicidad. Señalar defectos ajenos, manifestar consejos sobre la vida de los demás que nadie les solicita... con la ingenuidad o malicia característica de aquel que se entromete en lo ajeno con el más absoluto desconocimiento de una situación o de una persona, siempre me lleva a la misma conclusión: la amargura envenena.
  
El concepto "vive y deja vivir" no forma parte de su existencia. No viven, no saben vivir, tan solo transitan por un desfiladero de inquietudes inconscientes que malogran el paradigma a seguir.

El incomprendido capaz de perseguir su instinto y evadir el vituperio, aprende y llega donde quiere estar, aunque no sea comprendido por sus semejantes ni por aquellos que son diferentes. 

Para mirar el orbe y no cegarse por pasiones vanas, hay tres máximas que nos permiten, quizá no entender pero si, asimilar la estupidez que nos rodea e incluso nos envuelve. El refranero español y sus lentes progresivas son una solución para el présbita:

"Dime de lo que presumes y te diré de lo que careces".


"Se cree el ladrón que son todos de su condición".

Y, finalmente, el más acertado de todos. "Siempre habla quien más tiene que callar".



Shhhh mejor guardar silencios... ya me callo.





Comentarios