Hastío



Se terminó el amor de tanto friccionar e incluso ficcionarlo. Nunca hubo equilibrio en la balanza descompensada del apasionamiento. Y al final, el exceso de usura transformó el balancín del sube y baja en catapulta, el arma arrojadiza de proyectiles violentos prestos a derribar las más adustas fortalezas.

No, yo no construyo castillos en el aire. Son otros los que edifican complejos hoteleros en playas desiertas de arenas movedizas, sin tacha ni mácula en sus curriculum vitae.

Me tomo la molestia de contestar, no sin cierta displicencia, a tus descarados mensajes subliminales que no son otra cosa que una manifestación bien manifiesta de que no puedes olvidarte de nosotras. Si no es por la comunicación de terceras personas, soy ajena a los patéticos reproches de tu insolencia.  Poco me importa la impronta en tus redes, nunca me interesó la pesca del arrastre y la deriva. Ya no me trago anzuelos fraternos.

Parece mentira que sigas sin comprender la alocución del hastío cuando das la mano y te toman el brazo. Uno termina cansado de ejercer tanta comprensión con el tonto porque es memo, el listo porque es listillo, el loco porque es demente... Y ahí sigues tú, una réplica a pequeña escala del tirano al que tanto aborreciste y al que detestabas llamar papá. Si no lo remedias, te irás de este mundo como él, sin la lección aprendida y la mente turbia de espectros. La legítima herencia conlleva un alto precio en el impuesto de sucesiones.

Nunca me gustó Cortez, si quita lo Valiente. Yo soy más de Bravo.



Comentarios

  1. Claro y contundente mi querida Mabel.
    A pesar de todo me ha gustado mucho.
    Te abrazo fuerte.

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  2. ¿Tu crees, mi querido Gildardo? He intentado hacer un esfuerzo y expresarme con claridad pero con algunas personas debe ser que no llego a un nivel satisfactorio de transparencia o, simplemente, están tan sumidos en su arrogancia y su verdad que la intolerancia les bloquea el entendimiento, la reflexión y la autocrítica.
    Agradezco que te guste, sigo enfrascada en el nuevo rumbo de mi vida y a ella estoy dedicada en este momento. Ya es hora de velar por uno mismo, aunque alguno mal te señale de ombliguista... Normalmente aquel que señala o cree descubrir los defectos ajenos suele estar afectado de "pelotismo", condición de mirar y tocarse las propias pelotas todo el santo día aún a riesgo de desollárselas vivas. :)
    Yo también te abrazo fuerte, compadre.

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  3. Y dos mas dos siguen siendo cuatro. O también.

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  4. Ya lo decía George Orwell: la libertad es poder decir libremente que dos y dos son cuatro.
    Gracias por pasarte, Tin.

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