Ébano y marfil




Soy tan poco dada al convencionalismo lisonjero, tan poco dada al prejuicio cerril que se enervan mis sentidos si caigo de bruces ante el vía crucis del eterno tormento del contrasentido. Excesiva en las pasiones si me suelto la melena, no importa si el viento arremete a favor o en contra. Beber me lo beberé de un trago aunque no sacie la impronta de mi nombre.

Lujuria sanadora por prescripción facultativa, la ventaja de contar con los últimos avances en medicina tradicional para aliviar los dolores del alma. Después de una sesión se confirma que no es mito que un Dios de ébano te hace tocar las nubes de un cielo protector... 

Caminar, camino todavía con el paso firme y decidido de John Wayne y una amplia sonrisa vertical en los labios...





Tócala otra vez, Sam... y házmelo otra vez...



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