Nomeolvides





En el taller de las pascuas sempiternas, rodeada de nomeolvides fragantes que exhuman infraganti la añoranza del ayer, intento desecar los recuerdos. Contemplo las manos rotas de hilar sueños desabridos en esta semana fantástica de El Corte Inglés con sus ocho días de loro desplumado y verborrágico; la celeridad de unos dedos sobre unas letras que agonizan.

Escapista de rutinas, domadora del instinto, huérfana trapecista de triples mortales sin red ni wifi, funambulista sin punto fijo en el horizonte y payaso de sesión continua en la carpa del destino. Sigue sin gustarme el circo.


Nomeolvides... nomeolvides... orejita de ratón... en mi boca cerrada aprieto tu nombre en mi lengua de fuego, la que poco a poco se extingue bajo las hordas gélidas y la hiel. Ajena al desvarío repito el canto del chamán: nomeolvides, nomeolvides...



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